5 de diciembre de 2012

Pablo. Su historia

Un matrimonio de Barañáin necesita 60 toneladas de plástico para tratar a su hijo

LA FAMILIA CHAMBA CELI RECOGE TAPONES PARA FINANCIAR UN AÑO DE TERAPIA EN ITALIA

Los médicos cifran en un 80% las probabilidades de que el pequeño pueda valerse por sí mismo si la terapia continúa. 

Sesenta toneladas de plástico es lo que necesitan los vecinos de Barañáin Bladi Chamba y Betty Celi para costear durante un año la terapia de rehabilitación de su hijo Pablo, de 3 años, que sufre parálisis cerebral de nacimiento. Para lograr su objetivo, este matrimonio ha iniciado una recogida de tapones de plástico por diferentes puntos de la Comarca de Pamplona.

Este matrimonio, que llegó a Navarra hace 13 años desde Ecuador, comenzó esta campaña hace un par de meses animado por una pareja sevillana cuyo hijo también sufre parálisis cerebral y es tratado en el mismo centro que Pablo, en Pisa (Italia). "Les funcionó bien y consiguieron su objetivo, así que decidimos ponernos manos a la obra para ver si nosotros también tenemos suerte", afirma Chamba, de 40 años.

Gracias a estos contenedores de recogida situados en diferentes establecimientos de Pamplona y la Comarca, Bladi y Betty han conseguido en estos meses dos de las 60 toneladas de tapones de plástico (de cualquier tipo de envase, incluso bolígrafos) que necesitan para costear un año de rehabilitación de Pablo. Las recicladoras compran cada millar de kilos -entre 60 y 70 sacos industriales- por unos 200 euros.
En total, 12.000 euros para que, cada año, pueda desplazarse junto a sus padres, al instituto médico de Pisa, en Italia, donde le tratan, puesto que la Seguridad Social del Estado no cubre sus necesidades médicas.

Hasta ahora, era la propia familia quien financiaba el tratamiento y viajes. Pero, desde hace año y medio, Bladimir, encofrador, se encuentra en paro y su mujer, que se dedica a la hostelería, ha visto reducida su jornada laboral. Además, el matrimonio tiene dos hijos de 20 y 14 años.

DESDE NACIMIENTO La discapacidad de Pablo comenzó durante el embarazo. Su madre, Betty Celi, empezó a tener complicaciones en la semana 20 de gestación. Una vez en el hospital, surgieron nuevos problemas que llevaron a un parto prematuro dos meses después. Cuando Pablo nació "estaba muy mal -explica su padre-. Cuando lo visitábamos solo veíamos tubos de lo pequeño que era. Pesó 1.400 gramos para después quedarse en 900, porque todo lo que comía lo devolvía enseguida".

Bladimir lamenta que los médicos no le dieran respuesta a qué era lo que le pasaba a Pablo: "Nos decían que tiempo al tiempo. Pero el niño se iba haciendo mayor y no hacía las cosas que le correspondían por su edad; ni siquiera respiraba bien y se asfixiaba mucho".

La Seguridad Social del Estado no cubre la discapacidad de Pablo. "La sanidad de aquí no se hace cargo de esto y no nos sirve ningún tratamiento", añade Bladi. La única ayuda que han recibido ha sido la asistencia del centro de atención temprana de Barañáin, pero al cumplir tres años la plaza de Pablo tuvo que ser cedida.

Al no recibir respuestas concretas de los médicos navarros, la familia Chamba Celi investigó por su cuenta hasta dar con la Fundación Bertín Osborne, cuyo objetivo es orientar a las familias con hijos con daño cerebal.

Una orientación que empezó a cambiar la vida de esta familia cuando Pablo tenía un año: "Le cambiamos la alimentación según un programa que nos dieron y Pablo comenzó a ganar peso y a recuperarse".

El primer contacto con el instituto médico de Pisa fue a partir de un curso que profesionales del centro impartieron en Madrid, convocado por la Fundación Bertín Osborne, para familias afectadas. Allí recibieron las primeras respuestas a la enfermedad de Pablo. Por eso, esta familia de Barañáin decidió trasladarse a la ciudad italiana para empezar la rehabilitación.

Una vez en Pisa, los médicos evalúan al niño y detectan qué áreas son las más afectadas para crear un programa de rehabilitación personalizado que enseñan a los padres. La estancia dura una semana y el programa, seis meses. Pasado este tiempo, la familia debe volver para que Pablo vuelva a ser examinado, y así sucesivamente.

A partir de las enseñanzas de Pisa, Bladi y Betty han convertido el salón de su casa en un gimnasio para el pequeño: una rampa, unas barras y unas cuerdas a modo de arnés que cuelgan del techo para jugar y, a la vez, estimular a Pablo entre ocho y nueve horas diarias.

Unos ejercicios cuya función es la estimulación sensorial del cuerpo a través de cosquilleos y unos pinchazos específicos que ayudan a aliviar la rigidez corporal, característica de esta discapacidad cerebral.
También llevan a cabo ejercicios de gravedad asistida: con una especie de arnés, Pablo queda suspendido en diferentes posiciones; llega a gatear, incluso caminar. "Jugamos a la vez que lo estimulamos el máximo tiempo posible", explica Bladimir Chamba.

Una terapia que funciona sin ninguna duda, asegura Bladi: "Ha pasado de no hacer ninguna rampa (por la que se arrastra sin ningún tipo de sujeción) a llegar a las 25 diarias", A esto se suma un mejoramiento en la salud del pequeño: "Nuestra casa antes era una farmacia; ahora solo toma dos medicamentos".

FUTURO ESPERANZADOR Los médicos italianos "nos dan un 80% de probabilidades de que el niño pueda valerse por sí mismo siempre y cuando se pueda seguir con este tratamiento", explica Chamba.
Por eso, él y su familia hacen un llamamiento a establecimientos y locales para establecer más puntos de recogida.


Fuente: Diario de Noticias de Navarra, Nazareth Bernhardt
Fotos: Unai BeroiTapones solidarios en Navarra

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